
“…El pueblo de Los Maitenes, el año 1956, estaba rodeado de fundos lentejeros, ubicado en una loma frente al mar, a unos 7 kilómetros de Puchuncaví. Desde lo alto se divisaban las soleadas playas de Ventanas, Salinas y Campiche de La Greda. El Villorrio se componía de un par de cuadras irregulares.
Aquí se celebrabá la fiesta de
La Cruz de Mayo, la cual, para el dia de la fiesta, sostenía todos los emblemas de la pasión de Cristo: dos martillos, alicates, tres grandes clavos, dos lanzas, escaleritas y una custodia eucarística. Vestían a la Cruz con encajes y abanicos, componiéndoles una especie de camisa. El pedestal o peana está cubierto con mantelinas blancas. Al madero le ponen papel plateado y un velo, tenia alas , además de una corona de plata y aros. Dos enormes aros. En suma la adornaban como persona.
Junto a la Cruz, engalanada y vestida, se encontraba la joya del pueblo: El Cristo de doña Luisa Valencia y Doña Paula Bernal. Era un Cristo agonizante, con las costillas perforadas y el corazón a la vista. Este corazón bailaba con el viento. Llegaba gente de los pueblos vecinos, en camiones y a caballo. Los organizadores siempre consternados porque, a última hora, no había ninguna seguridad que vinieran
Bailes de Chinos como el de Campiche afuera, El alférez, siempre escaso a veces por enfermedad o repentinamente, se ausentaban y por el momento no había quien lo reemplazara en el canto”…
Uribe Echeverria, Juan, Contrapunto de Alféreces en la Provincia de Valparaíso, ediciones de los anales de La Universidad de Chile. 1958.
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